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Tribulaciones de un fotógrafo aficionado.


_MG_1860mAunque el asunto de esta entrada es mostraros las fotos que saqué durante el Torneo Ciudad de Vigo, voy a aprovechar la ocasión para darle un poco de movimiento al Blog con alguna aportación personal, y a ver si con esto alguno más se anima a aportar su granito de arena a la web.

 

Quiero compartir con vosotros las impresiones y la vivencia de un aficionado al squash y a la fotografía, y lo voy a hacer a través del último torneo en el que participé en ambos aspectos, el Ciudad de Vigo, aunque creo que con bastante más éxito en el campo de la fotografía que en el del squash.

 

Comienza el torneo el viernes, y me voy a Balaidos cargando con la mochila de squash y “también” con la mochila del material fotográfico. Pero el torneo “fotográfico” realmente comienza el jueves, con la comprobación del equipo…. cargar las baterías de las cámaras, comprobar que las tarjetas de las cámaras están vacías y listas para ser llenadas con montones de fotografías de squash, decidir que objetivos llevaré y tenerlos listos, y acomodar todo el equipo en la mochila que lleva conmigo ya 7 años, y que ha sufrido todo tipo de inclemencias (es una buena compañera de viaje). Para que os hagáis una idea, la mochila “completa” puede rondar los 8 kilos, pero en este caso la reduzco a unos 5-6 kilos, y menos mal que prescindo directamente del trípode…”imposible”….

 

 En fin, que todo esté a punto para poder ser utilizado en su debido momento. A quien no le ha pasado alguna vez que va a hacer una foto y se le acaba la batería, o se ha dejado la tarjeta de memoria en casa, o peor, la tiene en la cámara pero está llena con las mejores fotos de su vida y sin copiar al ordenador….. es decir como si no la tuviese.

 

Volvemos al día de faena… esto es, al viernes por la tarde. Alterno la preparación para el primer partido y la obtención de las primeras fotografías… como se suele decir, vamos entrando en materia… Cargo con la mochila a la espalda, y “empuño” la cámara cual si fuera la raqueta de squash. Comienzo a hacer “sombras” saltando de pista un lado a otro de cada pista, y de pista en pista, con el número justo de pasos. Creo que sobrepaso con creces las míticas “120 sombras”. El objetivo es intentar que todo el mundo quede reflejado en las fotografías, y por supuesto, que las fotografías sean las mejores posibles, para lo que me peleo, entre “sombra” y “sombra”, con la poca luz que hay en las pistas (por lo menos para obtener fotografías), con los cristales de las pistas (que cumplen su función de pared perfectamente, pero que para sacar fotografías a través de ellos…. mejor ni hablar), con los reflejos, con intentar no molestar la visión de los espectadores (que ven partido de squash y toma de fotografías al mismo tiempo) y con no molestar a los jugadores (ya que tanto ellos como yo tenemos la manía de ir a la misma esquina de la pista…).

 

 ¿Quien está jugando ahora en la pista 4?, ¿los he fotografiado ya, o todavía no han quedado almacenados en la tarjeta de memoria?; lo pregunto al primero que pillo por delante del club, que el pobre ya está bastante ocupado con organizar los partidos que se van a jugar a continuación….. “cada loco con su tema”…..; al final termino recorriendo todas las pistas, de una en una, y viendo como está la cosa en ese momento; voy de la pista 1 a la 6, y de la 6 a la 1, y de paso aprovecho para hacer algunas fotografías de las gradas (no hay que perder, ni la ocasión, ni el tiempo).

 

De este modo llega el final del viernes, y toca retirada a casa. Descarga de las tarjetas en el disco duro del portátil, y comprobación de que todo está correcto, en general. Comprobación de la carga de las baterías. De nuevo volver a dejar lista mi “amiga de viaje” (mochila).

 

Llega el sábado por la mañana, y de vuelta a Balaidos, tempranito. En esta ocasión únicamente con la mochila del equipo fotográfico; mi participación deportiva ya terminó el viernes (breve, breve, breve…); pero yo sigo “jugando squash” a través de mis cámaras.

 

Se van sucediendo los partidos, y voy intentando que no quede nadie atrás en mi “memoria fotográfica”. Me acerco a las pistas intentando buscar el mejor ángulo posible, para lo que maltrato mis cuarentonas rodillas una y otra vez, y como dirían los pescadores submarinos hago la espera de la presa, esperando que el jugador se acerque a mi posición en el ángulo adecuado y con el gesto más interesante posible. Disparo una y otra vez, ya que la “presa” se revuelve rápido y no colabora mucho con el “pescador”. Peleo en cada intento con las manchas del cristal, que se empeñan en tapar la cara del jugador. No veo el partido, veo las idas y venidas del jugador; intento siempre “capturar” ese momento que merece la pena, que llama la atención, que espero que al “capturado” le guste ver después.

 

Mientras va ocurriendo todo esto, las tarjetas de memoria se van llenando con un motón de fotografías…. en concreto en este torneo serán finalmente 1.110 fotografías.

 

Va terminando el torneo, y ya no se si me duelen más las rodillas, la espalda, o el dedo índice de la mano derecha, pero lo que he disfrutado no lo sabe nadie salvo yo… es más, me atrevería a decir que he disfrutado tanto como los que han jugado las finales del torneo, ya que de alguna manera yo también he “jugado” esas finales… a través del visor de mi cámara.

Llegado a este punto, ya sólo queda completar la faena y “retratar” a los ganadores recibiendo sus merecidos premios y reconocimientos. Se acabó el torneo.

 

Efectivamente, el torneo se ha terminado, pero me quedan 1110 fotografías en las tarjetas de memoria… Quedan por delante, la descarga de las tarjetas en el disco duro del portátil y el procesado de las fotografías obtenidas, y quiero haceros cómplices del trabajo posterior.

 

Fotografías obtenidas, fotografías subidas a internet… puede ser, pero no es mi caso. Puedo subir una fotografía mala, pero será porque no he conseguido hacerla, o procesarla mejor, no por haberla subido de cualquier manera.

 

Esto supone una labor que no es menor, y que en tiempo supera con creces el ocupado por la propia toma de las fotografías. Una vez descargadas todas las fotografías, hay que revisarlas todas para escoger aquellas que merecen la pena ser mostradas. En este caso, después de verme las 1110 fotos una a una, finalmente y tras un par de selecciones, me he quedado con 162 fotografías, con las que hay que hacer un trabajo individual de procesado. Una vez procesadas, quedan los retoques finales y ajustes menores, tras los cuales las fotografías están “listas” para ser mostradas. Queda únicamente reducir su tamaño para poder subirlas a la web, y poner el enlace correspondiente con el álbum.

 

Yo sigo disfrutando del torneo durante un par de semanas más, mientras revivo cada una de las fotos seleccionadas. Pienso en el momento en el que la tomé, y si le gustará al fotografiado; eso es lo que más me hace disfrutar de esta afición.

 

Alguien me preguntó en este torneo, que por que hacía todo este trabajo y si sacaba algo con él; le contesté que lo que sacaba era el disfrute personal de hacer las fotografías, de trabajar con ellas, y finalmente de que los fotografiados las pudieran ver, y sobre todo, del deseo de que realmente les gusten y las disfruten.

 

Ya se que lo que acabo de contar es un ladrillo, pero quería compartirlo con los que quieran leerlo, y de este modo entiendan un poco mejora lo que hago cuando me ven cargando con mi “mochila”.

Como premio por haber llegado hasta aquí, os dejo LAS FOTOS del Torneo Ciudad de Vigo. Espero que os gusten, ya que yo ya he disfrutado un buen rato con todas ellas.

 

Bruno Vázquez. 

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